Desde el 2017 se ejecuta el proyecto Voces e iniciativas comunitarias para la construcción de espacios seguros en América latina y el Caribe, en 6 países de la región: Colombia, El Salvador, Guatemala, México, Honduras y Jamaica, coordinado por el Observatorio de Seguridad Humana. Países que comparten condiciones similares de inseguridad e índices de violencias, que afectan particularmente jóvenes y mujeres, además de unas acciones estatales insuficientes al respecto. Pero también cuentan con acciones de su población para hacer frente a la problemática de inseguridad y violencia.
En Colombia se ejecuta en la ciudad de Medellín con los colectivos de la Coordinación de Mujeres de la Zona Nororiental –CMZN- y Núcleo de Pensamiento, se trabaja con mujeres y jóvenes, en las comunas 1 y 6, respectivamente, en alianza con el Observatorio de seguridad humana. En el año 2018 se adelantaron las actividades de recolección de información o interacciones comunitarias con un total de 10 encuentros con las comunidades participantes, 2 grupos focales y un encuentro con los equipos de trabajo de los países participantes, en El Salvador.
En las interacciones comunitarias se preguntaba sobre hechos, actores y espacios de inseguridad y seguridad, sin olvidar las acciones que como mujeres y jóvenes realizan para construir espacios seguros en sus territorios; así como las intervenciones del Estado para este mismo objetivo. En los hallazgos preliminares del proyecto se evidencia que para el grupo de mujeres los espacios seguros se construyen desde el respeto y vigencia de los derechos humanos, la posibilidad de ejercer su liderazgo, consolidar el bienestar de sus familiares y la sana convivencia. Para los jóvenes los espacios se hacen seguros desde las relaciones familiares y de amistad, ligadas al vínculo de confianza entre las personas con las que comparte los espacios cotidianos. Uno de los resultados de las interacciones fue llevar a cabo una acción de incidencia política, en el caso de las mujeres se socializó con la comunidad, organizaciones comunitarias y actores institucionales, lo hecho hasta ahora en el proyecto y las alianzas nacionales de la CMZN con la Escuela Nacional de Paz, haciendo énfasis con ello en construir espacios seguros que incluyan las diferentes amenazas a las mujeres, evidenciando los consensos a los que se llegaron en las interacciones, no solo en tono de denuncia, también resaltando las acciones de la comunidad y de ellas como colectivo que contribuyen a que sus territorios sean para el disfrute, el respeto y la tranquilidad.
[…]un espacio seguro es donde tenga garantizado todos mis derechos. Pero quería decirles a las compañeras que tienen su casa como lugar seguro, pues que no es tanto, gracias a Dios, la bendición para muchas ese de pronto ha sido el espacio, pero hay personas que hasta son vulneradas en la misma casa porque incluso cuantos abusos vienen desde la misma casa, por eso no todos podemos contar con la dicha de que sea un espacio tan seguro. Mujer lideresa
Por su parte, los grupos focales se desarrollaron con dos grupos, uno de funcionarios públicos y otro de expertos en las temáticas del proyecto, entre académicos e integrantes de organizaciones comunitarias. En el primero se pretendió conocer las acciones, planes y programas que se adelantan por parte de la administración, cercanos a la construcción de espacios seguros. En este se identifica la capacidad y la voluntad política, pero a su vez las diferentes dificultades para llevar a cabo sus proyectos como la poca articulación con otras instancias institucionales, las limitaciones administrativas -de infraestructura, de personal y presupuestales-, como también el estado de complejidad de las problemáticas sociales que se presentan en la ciudad, principalmente en las comunas 1 y 6.
En el grupo de expertos se trataron las impresiones respecto a los hallazgos parciales de la investigación. Sus aportes giraron principalmente alrededor del fortalecimiento de los espacios seguros identificados hasta ahora, por jóvenes y mujeres, lo que representan para ambos grupos y las diferencias para explicarlos y consolidarlos. También se analizaron las problemáticas que se han encontrado en los territorios de desarrollo del proyecto y los conceptos trabajados en la investigación. Actualmente la mayoría de los procesos en los distintos países están en la fase de sistematización. Para el caso de Colombia, se ha venido haciendo de manera paralela a la recolección de la información, lo que ha facilitado y permitido la ejecución de las interacciones desde una perspectiva amplia, con conocimiento contextualizado de la realidad que se analiza, además que ha sido un trabajo enriquecedor para el diálogo de saberes entre investigadores comunitarios y académicos, posibilitando el conocimiento consensuado, crítico y participativo. Esto termina siendo de gran relevancia investigativa, puesto que da cuenta de la viabilidad de la metodología y su contribución a la coproducción de conocimiento.
Para este año el objetivo será culminar gran parte del proceso, que es considerado una etapa, pues se espera que las organizaciones y grupos que vienen trabajando continúen a través de iniciativas, acciones de incidencia, diálogos con la institucionalidad, la academia, sus comunidades y otros actores de la sociedad para continuar con la construcción de espacios seguros y su consolidación.
Entre los productos que se esperan están un libro que recoge las experiencias, hallazgos, reflexiones y recomendaciones fruto del diálogo de saberes; su respectiva convalidación y socialización y, en el caso del trabajo realizado en Medellín, un video-documental que dé cuenta del proceso realizado con el Colectivo de Mujeres de la Zona Nororiental y Núcleo de Pensamiento en sus respectivos territorios, donde se evidencie el trabajo, la participación, los debates, las acciones de incidencia, las actividades, problemáticas y sobre todo, las propuestas de la comunidad. Por último, entre los objetivos del proyecto está el consolidar una red internacional de investigadores comunitarios y académicos, por lo que ha venido trabajando en el uso de las redes sociales para estos fines, que sirva como plataforma para compartir los aprendizajes y reflexiones de los y las investigadoras sobre su qué hacer y lo que pasa en sus territorios.