Acuerdos de La Habana no modifican modelo neoliberal

PABLO EMILIO ANGARITA, docente e investigador, quien disertó en la primera sesión del conversatorio ‘Hablemos de los Acuerdos de Paz’ organizado por la Universidad del Magdalena. /MIGUEL ORTEGA

Según el Docente de la Universidad de Antioquia el modelo neoliberal, al igual que la guerra, ha dejado a su paso miseria y desolación. ‘‘En Colombia las manifestaciones de inconformidad o los justos reclamos de la población han sido asociados a la insurgencia y en consecuencia han sido fuertemente reprimidos’’, dijo.

El reto que tienen los colombianos frente a la refrendación de los Acuerdos del Gobierno con las Farc se constituye en una oportunidad histórica aunque las situaciones estructurales como el modelo neoliberal no vayan a modificarse. Así lo precisó Pablo Emilio Angarita, Docente e investigador quien disertó en el conversatorio ‘Hablemos de los Acuerdos de Paz’ organizado por la Universidad del Magdalena.

​Según el investigador de la Universidad de Antioquia, con el cese del conflicto armado se abre una gran posibilidad para romper los ciclos de violencia y tramitar las diferencias por canales democráticos y civilizados.

​‘‘En lo que va del siglo XXI, el antiguo bipartidismo ha cambiado su nombre y se ha reconvertido. Asistimos a cierto travestismo político de la élite dominante, que a la luz de los acuerdos de La Habana, pareciera que va a permanecer el frente nacional, ahora bajo la forma de quienes lideran el No o lideran el Sí. Pero, en donde las situaciones estructurales no se van a modificar, como podemos verlo en el texto de las 297 páginas que contienen los acuerdos de La Habana: No hay un ápice de modificación al modelo neoliberal, no hay voluntad de cambiar las estructuras agrarias, ni de detener la explotación minero energética, ni de mejorar las condiciones de vida de los millones de excluidos que viven hacinados en las grandes urbes a la espera de una fuente de trabajo digno’’, expresó Angarita.

EN LA SALA MADRE MARGOTH se inició el conversatorio con la asistencia de estudiantes, docentes, periodistas y ciudadanía. El viernes 2 de septiembre se abordará el tema ‘Justicia Penal Internacional’ a las 4:00 p.m. /MIGUEL ORTEGA

​Sostuvo además que las 10 curules en el Congreso a las Farc, son algo más simbólico, porque en estos dos primeros años no tienen derecho a votar. Y aun así, los partidarios del ‘No’ les parece una gran concesión, cuando la realidad es que quien ha hecho más concesiones en la mesa de negociaciones fueron las Farc.​

Durante su intervención, Angarita afirmó que Colombia está frente a una Paz barata, como se decía en años anteriores en las negociaciones de Tlaxcala. ‘‘Le ha salido barato el acuerdo al Estado colombiano. Sin tener que hacer mayores concesiones ha logrado que las Farc acepten dejar la vía armada y decidan entrar al sistema político tradicional que estuvieron combatiendo durante más de cinco décadas’’.

​Sin embargo él no comprende porque hay sectores de extrema derecha que se resisten a aceptarlos y que distraen al país con la discusión sobre si van a ir a la cárcel, si deben o no participar en política, ‘‘para con esas discusiones, ocultar la verdadera discusión referida a los graves problemas estructurales de injusticia social que deben ser atendidos y que no fueron tratados en La Habana’’. 

​A la pregunta ¿Cuál es el significado de estos acuerdos?, el docente Angarita, responde que ‘‘en Colombia se vienen presentando dos posiciones extremas: Una de quienes señalan que se trata del fin de conflicto y que ha llegado la Paz. En el otro extremo, quienes afirman que esos acuerdos significan la impunidad total, que el Presidente Santos hace todo lo que le piden las Farc, los guerrilleros tienen todas las prerrogativas y más extremo aún un expresidente dice que se trata de un golpe de Estado que viola toda la Constitución colombiana. Desde mi punto de vista, ninguna de estas posturas corresponde a la realidad de los hechos’’.

​Modelo Neoliberal

​El investigador Pablo Emilio Angarita hizo un análisis al contexto socio-económico, político nacional e internacional en que surgieron las organizaciones insurgentes, recordando que Colombia desde la Independencia española ha vivido continuos periodos de guerras intestinas. La Patria boba en el siglo XIX, entre federalistas y centralistas. Luego, desde la Constitución de 1886 hasta hoy, incesantes guerras entre liberales y conservadores.

​‘‘Las estadísticas recientes muestran que Colombia vivió un crecimiento económico exponencial en las últimas décadas, pero al mismo tiempo creció el índice GNI, especialmente en el campo, llegando a ser uno de los países más desiguales de América Latina y del mundo’’, comentó.

​Dijo que la confianza inversionista del capital extranjero en Colombia ha estado dedicada a cambiar la vocación agropecuaria por cultivos de palma para los biocombustibles, al igual que esa loca locomotora de explotación minero-energética que ha continuado cambiando la vocación agropecuaria, llegando al colmo de tener que importar gran cantidad de productos de los que hasta hace poco éramos exportadores.

​‘‘Ese es el espectro social y económico que ha consolidado el modelo neoliberal, que al igual que la guerra que hoy queremos acabar ha dejado a su paso miseria y desolación. Los niños que mueren de hambre en la Guajira, o los habitantes del departamento del Chocó que se movilizan para exigir reiteradamente al gobierno nacional que se acuerde que ellos también son Colombia, al igual que los del Casanare o los del Caribe o los habitantes de las fronteras nacionales. Todos esos son conflictos sociales que han estado latentes allí por muchos años, pero que no se les ha permitido expresarse porque la guerra lo ha impedido, pues en Colombia las manifestaciones de inconformidad o los justos reclamos de la población han sido asociados a la insurgencia y en consecuencia han sido fuertemente reprimidos’’, recalcó.

Tomado de www.hoydiariodelmagdalena.com.co