El pasado jueves 29 de agosto, me encontraba realizando una intervención artística en la Semana de la Juventud que se llevaba a cabo en Carabobo Norte en la ciudad de Medellín. Una plataforma para que los jóvenes y colectivos juveniles compartieran y visibilizaran el trabajo que realizan en los distintos territorios de la ciudad: artes marciales, bmx, rolling skate, slackline, porrismo, parkour, b-boys, cuerda suiza, grafitti, en fin, la diversidad juvenil haciendo de las suyas. Por percances logísticos la batería del micrófono con el cual estábamos trabajando se agotó, lo que nos llevó a tener que conseguir pilas lo antes posible. Sin pensarlo tomé mi monociclo y me dirigí a comprarlas. Lo primero que encontré fue una especie de tienda de estación de gasolina, pedí un par de baterías y cuando iba a pagarlas escuché en el televisor del local la trasmisión de la noticia de última hora que involucraba a la FARC y el regreso a las armas de una de sus disidencias, encabezada por Iván Márquez y Jesús Santrich.
Con ello, una serie de pensamientos se me vinieron encima, más de desconsuelo y bruma que de entendimiento y claridad. Las preguntas no pararon de rondar en mi cabeza, aún no asimilaba la gravedad de la situación y no sé si hoy logro hacerlo. Por lo que me planteé lo siguiente de manera rápida: en lo que va corrido del año del gobierno Duque, se han presentado una serie de situaciones que han hecho del país todo un laboratorio para quienes quieran hacer sus análisis e investigaciones políticas y sociales. Cosa que no es de alegrarme. Desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo, es un refrán propio de nuestras abuelas y que pareciera estar cada vez más en boca de muchos en estos dos últimos días. Y tiene su razón de ser, pues desde el inicio del periodo presidencial de Duque, varios sectores, tanto académicos, como políticos y sociales, llamamos la atención sobre el riesgo que implicaba para la implementación del Acuerdo de Paz con las FARC, el hecho de que el presidente proviniera de un partido político que ha liderado la oposición a este proceso, no solo como bandera política, sino también como un cruzada moral. Y así lo ha demostrado en lo que va de su gobierno. Por lo que no debería sorprendernos que hayan logrado su cometido, y que el almuerzo sea precisamente ese, que una disidencia de la FARC, con algunos de sus líderes más representativos, haya tomado de nuevo las armas y en consecuencia le dé una especie de sacudida a todo el proceso, ¡qué digo al proceso, a todo el país!
Y no es para menos. Para algunos sectores ha sido motivo de jactancia: poder sobarse la panza, sacudirse las manos y decir con orgullo y tranquilidad que “eso se sabía, que esa paz de Santos fue solo para regalarle el país a las guerrillas”; para otros, es justamente lo que esperaban, pues así pueden seguir culpando a un grupo armado de todas las problemáticas que sufre el país, justificando su discurso de odio, la acción, inversión y equipamiento militar, y continuar desviando la atención de quienes en verdad desfalcan no solo el erario público, también la tranquilidad, la justicia y la paz, necesariamente públicas, después de todo.
Hoy, sigo pensando en los miles de jóvenes, por no hablar de millones nivel de país, que participaron en este evento de la Secretaria de la Juventud, que convoca a jóvenes de todas las comunas de Medellín y sus corregimientos para que expresen desde sus prácticas artísticas el sentir que su espíritu jovial y jocoso tiene para compartirle a su hermano, su familia, su barrio, su comuna, su país. Y más que hacer apología, que no es el caso, pero sin restar mérito, que lo tiene, a este evento institucional, es preocuparse por los sueños de todos esos jóvenes que le apuestan a una sociedad distinta y plural, donde querer ser artista, doctor, científico, profesor, no es un sueño distante casi imposible, destinado para unos cuantos afortunados, sino una realidad cercana. Jóvenes, mujeres y hombres, que con pocos recursos se han demostrado a sí mismos que hay caminos que valen la pena tomar: un micrófono, una pista de baile, una guitarra, un pincel, unos patines, entre muchos otros más. Y es que eran precisamente esos caminos los que adornaban y protagonizaban este escenario. Y sé que como muchos, es así donde queremos ver a nuestros jóvenes creando y explotando sus capacidades. Es así, yo como joven, que me quiero ver: encontrándome con el otro, escuchando y empapándome de sus apuestas y su trabajo, reconociendo sus capacidades y aportando a su fortalecimiento. Pero nunca alzados en armas ni engrosando las filas de un grupo delincuencial, una organización ilegal armada y mucho menos de una guerrilla y de un ejército nacional, por muy honorable que nos digan que este último sea. Un camino que, lastimosamente, han tomado por coacción o necesidad muchos jóvenes en el país y que pareciera –según lo dicho y deseado por algunos- que es el único que deberían tomar.
Entonces tenemos dos situaciones, por un lado se nos presentan unos “señores de la guerra” que orgullosos de ello no paran, y vale la pena aclarar que me refiero tanto a los disidentes de FARC como a los políticos y sectores sociales que han hecho de ella un fin en sí mismo para proteger sus intereses; y por el otro, unas generaciones deseosas de poder ser sin condiciones, poder expresarse y moverse hacia donde su espíritu los guíe, una juventud deseosa de alegrías, logros y bienestar, un montón de individuos y colectivos creyentes de que una Colombia en paz es posible y no es solamente una categoría más en los libros de ciencias sociales y humanas. Ante este choque de situaciones, solo queda tomar fuerzas para que esos golpes bajos a la esperanza no nos quiten el aire y con ello el anhelo de no repetición de hechos violentos. Porque sabemos que a pesar de ello, son más las personas y sectores que ven en esto una razón más para no rendirse y seguir trabajando desde diferentes frentes por un país que entienda, como leía en una de esas publicaciones en redes sociales, y que si no estoy mal, fue expresada por Gandhi: que “no hay caminos para la paz, la paz es el camino”.
31 de agosto de 2019
Foto tomada del perfil de Facebook de la Secretaria de la Juventud