Desde hace varias décadas, Medellín es una ciudad permeada por distintas dinámicas de inseguridad y violencia. Habitar la ciudad, con la paz como proyecto de vida, es un acto de resistencia cimentado en la no violencia. La construcción de paz parte de una transformación cultural que permea la cotidianidad, es una práctica política que se configura en la apertura de lo público, pero que también se materializa en el calor de la intimidad, como diría el profesor Pablo Bedoya: "si lo personal es político, habrá que hacer de la vida un acto creativo”.
Así, la mediación de conflictos se presenta como una herramienta biopolítica de resistencia a las violencias que busca comprender, reconocer y convivir desde la diferencia. Gestionar los conflictos desde la mediación, con propuestas como Nómada Lab, constituye una invitación a resignificar las formas de relacionamiento social. El arte cobra vital importancia, como posibilidad de encuentro con el otro para inventar, imaginar y recrear nuevos horizontes de convivencia en comunidad.
Gestionar los conflictos implica entonces reconocer la diversidad, la diferencia y la subjetividad sin que ello suponga anular, eliminar o excluir al otro(a), dejando atrás los prejuicios, sesgos o discriminaciones para cohabitar, sin que la coexistencia suponga una amenaza a la integridad de las personas. La mediación permite buscar salidas, llegar a acuerdos y promover el diálogo como puente de encuentro multicultural.
El alcance de los laboratorios de gestión de conflictos implica reconocer que la transformación de las condiciones de violencia en Medellín es una tarea compleja de largo aliento. No obstante, desde Nómada lab, reivindicamos las transformaciones en la escala local, a nivel micropolítico, como prácticas que pueden ir sumando a una transformación más profunda.
Vale decir que frente a quienes ven en la ciudad un laboratorio de violencias, narcotráfico y represión, nuestra apuesta ética es proponer una alternativa donde podamos multiplicar lo aprendido y lo creado desde la No Violencia. Medellín debe y puede ser un laboratorio de paz, donde las distintas apuestas sociales, comunitarias, ciudadanas y académicas que impactan hacia mejorar las formas de relacionamiento en los territorios, posibiliten diálogos itinerantes. La paz territorial supone una construcción social y colaborativa donde los y las jóvenes han evidenciado una voluntad creciente para construir en colectivo.
En este Laboratorio proponemos una ruta abierta. No hay recetas preconcebidas, no hay métodos preestablecidos, no hay una única forma de pensar, sentir o hacer las cosas. Las propuestas de gestión de conflictos se construyen bajo la emergencia del vínculo colectivo que se posibilita en la confianza del encuentro con los otros. Frente a la fragmentación social, proponemos gestionar los conflictos en colectivo como una posibilidad de cohesión, donde se reivindican valores de solidaridad, cooperativismo y apoyo mutuo.
Ante el momento actual que vivimos como país, es importante que de una u otra manera podamos aportar en la construcción de una Colombia que se piense desde las lógicas de la cultura de paz, apuntando con fuerza que: ¡Para la guerra, nada! ¡para la paz, creatividad!